Por Orlando Carmona Villa
Son varias las competencias con las que debe contar la persona involucrada con la obtención de la información del mercado y en concreto del consumidor. Entre las fundamentales, se resaltan las siguientes:
Se requiere de una curiosidad competente, orientada hacia los acontecimientos del mercado, reuniendo la información tanto primaria como secundaria, externa e interna, de una manera oportuna, relevante, precisa y eficiente. Acá se trata de hacer la cosa correcta.
Debe tener también una habilidad para hacer que la información sea útil para la toma de decisiones, permitiendo crecer y en muchos casos, al menos subsistir. Acá, se trata de permitir que se haga lo correcto.
Debe haber desarrollado y cada vez más, una fuerte sensibilidad a la voz del mercado, es decir una habilidad para escuchar y detectar las tendencias del mercado, las percepciones, motivaciones, temores, amenazas, en suma, las oportunidades.
Debe ser muy recursivo y creativo, no solo para obtener la información, sino también con capacidad de ver más allá de ella, ya que en la información se esconden las pistas para el hallazgo de las ventajas competitivas.
Con capacidad y sobre todo capacitación para manejar la gran cantidad de información, a la que se ve sometida la organización hoy en día.
Metódico y disciplinado.
Vivimos en una segunda revolución industrial donde en lugar del vapor, el verdadero impulso de esta revolución es la información y el éxito está dado por la destreza para procesar información y elaborar juicios con ella.
La ventaja competitiva radicará cada vez más en cómo y cuándo emplear la información mas que en quién la tienen. Desde luego importante, saber cómo generarla y quien la posee.
Finalmente, vale resaltar que a pesar de que se ha ido elevando el nivel profesional y técnico de quienes tienen a su cargo la obtención de la información para la toma de decisiones, en la gran mayoría de los casos este perfil está lejos del que se da en la realidad.